Porque muchas cabezas piensan más que una…

JAVIER LÓPEZ / Añaza.

La realidad es siempre multifactorial. Difícilmente cabe toda en una única definición, en un solo análisis. Tampoco las soluciones a los problemas nacen en una única cabeza, de un razonamiento unipersonal, individual. Por eso preguntamos a distintas personas que trabajan en Añaza, para conocer su visión del barrio y por dónde creen que están las soluciones. Pedimos más opiniones e intentamos contactar con más personas. Éstas que compartimos son las respuestas que hemos conseguido reunir.

Las preguntas:

1. ¿Cuáles crees que son los problemas más graves de Añaza?

2. ¿Cómo crees que se solucionarían?

Las respuestas:

INMACULADA GONZÁLEZ,  directora del CEIP Los Menceyes

1. El problema es la situación económica. El nivel cultural medio-bajo y la situación económica baja.

2. La solución está en manos de las administraciones, a través de Asuntos Sociales, fomentar el empleo. Son cuestiones más políticas.

MARÍA DE LOS ÁNGELES TAPIA,  directora del CEIP Secundino Delgado.

1. El problema principal del barrio es el desempleo.

2. La solución, la de siempre, que faciliten los créditos suficientes para que las pequeñas y medianas empresas puedan crear empleo. En el barrio hay que hacer como en los noventa, reactivar la bolsa de trabajo que pusieron en marcha asociaciones de vecinos y empresas de la zona y gestionarla entre todos.

Uno de los mayores valores de este barrio es que trabajamos todos juntos, el trabajo en común que se realiza.

JOSÉ CARMONA, secretario de la Asociación Socio Cultural Gitana Karipen.

1. Los puntos de venta de estupefacientes son el mayor problema del barrio.

2. El barrio debería tener una dependencia de los cuerpos de seguridad del Estado.

LUIS CELSO GARCÍA, presidente de la Asociación de Vecinos 8 de Marzo.

1. El desempleo es el principal problema que estamos teniendo.

2. La solución pasa por una parte de voluntad política y, por otra parte, hace falta que la economía se mueva. También es necesaria la diversificación, superar el binomio construcción y turismo, con nuevos nichos de empleo, como las energías renovables, microcréditos a emprendedores, las dependencias… Esto es la realidad como creo que es.

La formación y la educación juegan también un papel importante que contemplamos en el plan de empleo para el barrio en el que estamos trabajando, del que esperamos tener el borrador antes de final de junio, con acciones dirigidas a jóvenes, mujeres y mayores de 45 años.

JOSÉ HERNÁNDEZ, párroco de Añaza.

1. Creo que los problemas más graves son varios y con raíces complejas, unos. Otros, no tanto. El paro en general y, de manera especial, en los jóvenes. Pero diría que la pobreza en su sentido más amplio, falta de formación, falta de aprecio por la vida, falta de sentido en la vida, escasez de expectativas, fruto de un hogar donde no hay ilusión por la superación personal, pensando que no se puede hacer gran cosa por nada. La falta de autoestima, la falta de políticas más activas y coordinadas que supongan acompañamiento de las personas y sus familias. Y como efectos de todo, se suman los del alcohol, drogas, maltrato…

2. La solución viene por la implicación de todos. Por la transformación de esquemas que nos ayuden a juntarnos para buscar soluciones. Ya dije que la falta de políticas más cercanas a las necesidades de la gente. También la mentalidad de muchas personas de ser beneficiario de prestaciones y muy poca conciencia de que tienen que poner de su parte para salir de su propia situación. Proyectos de refuerzos con continuidad a proyectos educativos.

No sé, creo que no hay soluciones mágicas, pero sí creo que cuantos más nos unamos desde todas las iniciativas posibles oteáremos un futuro mejor.

JUAN CARLOS TACORONTE, promotor y coordinador de AñazaVA.

1. El problema del paro es fundamentalmente el gran problema. El perfil de personas con las que he colaborado son sustancialmente mujeres jóvenes con cargas familiares, que llevan más de dos años en paro, recibiendo ayudas gubernamentales y de otro tipo. La carencia de formación profesional cualificada también se convierte a la larga en un condicionante que agrava su situación y la de sus hijos. Existe una cultura de maternidad precoz que afianza, a corto y a largo plazo, una pobreza que puede convertirse en estructural. Todas estas mujeres tienen cualidades y potenciales que se han de tener en cuenta a la hora de abordar planes de intervención en el barrio.

2. Un plan de formación y empleo serio y comprometido. El apoyo a las mujeres del barrio es sustancial a la hora de conseguir transformar la realidad sociocultural y económica. La cultura y la educación han de ser los objetivos más ambiciosos, es donde se ha de innovar. Ya existen otras experiencias aplicadas en zonas donde la pobreza y la violencia parecían invencibles. En África y Latinoamérica las políticas aplicadas con éxito siempre han tenido como principales protagonistas a las mujeres, por su gran capacidad para transformar la realidad. Durante todo el tiempo he observado las cualidades en ellas, su gran necesidad de ser protagonistas activas en el desarrollo de cualquier plan beneficioso para sus vidas y para el barrio.

¡cambiemos nuestro barrio!

ADONIRAM HEREDIA / Añaza.

Alumnos de 4º de la ESO nos dan opiniones sobre como mejorar el barrio. De hecho es posible si nos unimos y trabajamos en equipo para conseguirlo y demostrar lo que valemos.

En primer lugar, han querido destacar el cuidado de nuestro barrio, entre lo que destacan

  • Mantener limpias las zonas urbanas (plazas,parques,calles,etc.)
  • Tener la costumbre de recoger los deshechos de los animales para mantener más cuidado y desinfectado nuestro valioso barrio.

También dan opiniones como:

  • Vestirnos de una manera más adecuada y ser un poco más respetuosos en nuestra manera de hablar.
  • Demoler el hotel y construir una playa para que podamos disfrutar de manera más cómoda de nuestro sol y nuestras olas.
  • Construir un skatepark donde los talentosos skaters de este barrio disfruten de un lugar apacible y valioso.
  • Y por último, pero no menos importante, tener casas de protección oficial para los desamparados de este barrio.

Con esto concluimos la pequeña pero valiosa visión de los próximos hombres y mujeres del futuro de Añaza.

vida de copas

botellas

JLH / Añaza.

“A los 12 años mi padre me mandaba a comprarle botellas de coñac y anís. Yo bebía por el camino y se las rellenaba con agua. Me daba cada cuerada.” Así comenzó la relación de Pedro con el alcohol, un compañero de viaje del que no se separó hasta pasados más de cuarenta años.

“Pocos años después me iba con los amigos a La Laguna. Bebía vino con vino hasta hartarme. Empecé por la idiotez de conocer chicas, era tímido y no sabía bailar, pero cuando estaba colocado me atrevía a mover el cuerpo. Bebía chinchón y ron miel, cosas dulces. Después me pasé a la caña, la ginebra, el ron… todo lo que trancaba. Hasta alcohol de 98 grados.”

“Me fugaba del colegio para irme a la playa a beber. No sé sumar, restar ni multiplicar. Cuento con los dedos. Sé leer pero escribir se me da mal. Solo sé firmar.”

“Me fui pronto de casa, al Sur. Allí viví con un cabrero, con un arriero cuidando caballos… Me daban de comer y un lugar donde dormir, pero cuando me veían muy borracho me decían que me fuera a vivir a otro lado.”

Algo parecido le ocurrió con sus distintas parejas, con las que tuvo siete hijos, acababan echándolo porque no podían soportarlo siempre borracho. “Vivía en la calle, en una cueva, con cartones en algún zaguán… Mis hermanos no me abrían las puertas de sus casas hasta que no dejara la bebida (ahora se molestan si tardo en visitarlos). Comía en el albergue y allí hacíamos vacas para comprar algún cartón de vino, por el que acabábamos peleando porque no daba para todos.”

“Empataba una borrachera con otra. Lavaba coches, sacaba la basura de los bares por un coñac, limpiaba nichos en el cementerio o ayudaba a cargar la compra en el mercado a cambio de algunas monedas para comprar más alcohol. Con 17 años le hacía mandados a las prostitutas de la calle Miraflores, les llevaba café… por unas monedas con las que seguir bebiendo. Poco después me alisté en la Legión. Allí también estaba siempre borracho. Pasé más tiempo en el pelotón de castigo que haciendo guardias. Me ponían a picar piedras en canteras y a cargar camiones. En el Tercio fumaba porros, pero no probé otras drogas. A las maniobras, caminando por el desierto, llevábamos la cantimplora llena de leche pantera (ginebra con leche condensada).”

Años más tarde trabajé en la construcción. Como no sabía hacer nada, no podía ayudar a ningún maestro, estaba de peón suelto, solo cargaba y descargaba. Hasta que se daban cuenta de que estaba borracho y me echaban. Era un peligro, podía provocar accidentes. Una vez, de lo borracho que estaba me caí en una obra desde un segundo piso. Estuve hospitalizado una temporada.”

Cuarenta años sin recuerdos. “De estos cuarenta años no recuerdo nada. No tenía noción del tiempo. Mis hermanos ahora me cuentan cosas que hacíamos de pequeños. He perdido la vida. No sé qué son unos Reyes ni un cumpleaños. Ni el mío ni el de mis hijos. A veces me paro a pensar y me digo ¿qué ha sido de mi vida? No sé quien fue mi primera novia. La vída mía no era sino el alcohol, con la botella o el cartón de vino al lado.”

“Nunca tuve episodios violentos contra otros. Aunque amanecí algunas veces en Comisaría, por peleas y escándalo público, pero cuando despertaba nunca sabía qué había pasado. Las depresiones me daban por suicidarme. Tuve varios intentos: En el muelle de Las Palmas me tiré al agua. Me sacó la Guardia Civil. También intenté ahorcarme en el Campo de Fútbol de Añaza. Después de uno de esos intentos me desperté entubado en un hospital y al verme así decidí dejarlo. Antes me habían dado muchos consejos, pero yo siempre decía que lo dejaría al día siguiente. Esa vez, hace cinco años, me encerré en una casa a pasar el mono. Veía bichos y gusanos en la cama, por todas partes. Tuve el apoyo de mi familia, de mis hermanos y mis cuñadas, y de los servicios de San Miguel, donde sigo yendo después de cinco años. Sin ellos me sentiría desamparado.”

“Al principio estaba tan mal que tenía cara de loco y los demás usuarios se asustaban de mí. Poco a poco me fui integrando. En el centro de La Laguna me entretenía, hacía jardineras, regaba, podaba… saqué el título de manipulador de alimentos. También saqué el carné de conducir y tengo coche. Hasta he recuperado el olfato. Ahora soy voluntario de Cruz Roja, en la lavandería de La Cuesta”, de la que antes era usuario.

“Sé que siempre llevaré el alcoholismo conmigo. No quiero volver atrás, como dice mucha gente, porque eso es volver a empezar y, si es para esto, prefiero dejarlo atrás. Lo tengo metido en la cabeza, soy alcohólico y en cualquier idiotez puedo caer. Si veo que beben a mi lado, me desconsuelo, siento algo en la barriga, así que me voy. Sé que tengo que esquivar los sitios conflictivos para no recaer.”

“Ahora entro en los bares y me tomo un cortado. Lo hago para que vean lo bien que estoy ahora. Quien quiera coger recorte que lo coja. Yo estoy feliz así.”

Necesidad de perdón. “También entro en muchos bares por si alguien me reconoce y me dice que le debo algo, para pagárselo. Tengo necesidad de perdón, no me avergüenza pedirlo, es de sabios reconocer los fallos de uno mismo. No me acuerdo si hice mal. Me veo en un espejo y me gustaría que otros se reflejaran en mí. Quizás todavía pueden darle el orgullo a sus padres, de que vean a sus hijos bien. Yo perdí a mi madre y nunca me vio bien, como estoy ahora, aunque donde quiera que esté espero que me esté viendo.”